Época: Barbarroja
Inicio: Año 1941
Fin: Año 1943

Antecedente:
La "solución final"

(C) Andrés Ciudad y María Josefa Iglesias



Comentario

Mientras el Ejército soviético avanzaba por el este y las fuerzas aliadas por el oeste, Himmler dio órdenes de minar los campos, de construir túneles para dinamitarlos después de haber encerrado en ellos a todos los deportados.
Varios campos fueron totalmente evacuados y trasladados al mar del Norte. Allí volaron dos barcos llenos de prisioneros.

Un documento secreto de la Policía de Seguridad del distrito de Radom encontrado después de la guerra expone: "Es impensable que los detenidos que trabajan en la industria o en los campos, sean judíos o no, puedan ser liberados por el avance del enemigo y caer en sus manos... Se ordena, también, que sean fusilados los 25.000 detenidos del campo de Dachau".

El mapa de la deportación empieza a moverse de un lado a otro dentro del universo concentracionario. Millares de presos son trasladados de Auschwitz a Mauthausen.

La evacuación de toda esta gente representaba multiplicar por mil la mortandad normal en un campo de concentración. Algunos iban en tren, otros a pie y la gran mayoría nunca llegó.

Los evacuados en tren iban hacinados en vagones de carga y se pasaron más de quince días viajando por Polonia, Alemania, Checoslovaquia y Austria, sin abrir para nada los vagones. Al llegar a Mauthausen sólo habían sobrevivido unos doce detenidos por cada vagón.

Franz Ziereis, comandante de Mauthausen y herido de muerte el 23 de mayo de 1945, confiesa ante los prisioneros recién liberados: "Bajo la orden del ministro del Reich y jefe de la SS, Heinrich Himmler, y transmitida por el general de los SS, doctor Kaltenbrunner, yo tenía que exterminar a los detenidos de los campos Gusen 1 y Gusen 2 (anexos de Mauthausen). Tenían que ser llevados a los túneles subterráneos con las cuatro salidas previamente tapadas, excepto una de ellas. Después tenía que hacer volar las galerías".

A Buchenwald llegaron evacuados de Silesia, de Gross-Rosen, de Auschwitz. La mitad de ellos murieron por el camino y sus cadáveres fueron arrastrados por sus compañeros.

El 2 de abril de 1945 empezó en Buchenwald la lucha contra las evacuaciones. Los SS evacuaron a algunos miles de deportados, pero el 11 de abril comenzó la sublevación de este campo.

Buchenwald sería uno de los pocos centros en que los detenidos se liberarían a sí mismos. Los de su anejo Dora no tendrían tanta suerte. Los presos fueron liquidados o evacuados a Bergen-Belsen. De estos últimos llegaron muy pocos, pues los que no se tenían en pie iban siendo ejecutados con un tiro en la nuca durante el camino.

Cuando los ingleses liberaron Bergen-Belsen, encontraron un infierno. Este campo, que recogía deportados de otros campos, se había convertido en un enorme cementerio, lleno de montañas de niños judíos destrozados y de moribundos hambrientos. Los ingleses quemaron el campo y las barracas con bulldozers para evitar que se propagara todavía más una epidemia de tifus que había causado estragos. Había trece mil cadáveres que los SS no tuvieron tiempo de quemar...

Así, a partir de julio de 1944, la evacuación de los campos de la muerte se convirtió en inenarrable tragedia. Primero fue el de Lublin-Maidanek, más tarde el de Natzweiler-Struthof, replegado hasta Dachau. En enero de 1945 le tocó el turno a Stutthof. La gran mayoría de sus cincuenta mil deportados murieron durante la larga marcha. En la misma época se evacuó Gross-Rosen. Los enfermos e inútiles de este campo que no podían andar fueron ejecutados antes de partir.

Centenares de deportados de Dora y Neuengamme fueron quemados vivos en una granja de Gardelengen. Decenas de millares de deportados conocieron esta última prueba y muy pocos pudieron contarla. Fueron numerosas estas marchas de la muerte por el amplio mapa del universo concentracionario nazi.